domingo, 14 de octubre de 2007

el adios a cesar rincon...


César Rincón cortó tres orejas y salió por la puerta grande de la plaza de Barcelona, junto al matador Serafín Martín. La afición despidió al torero colombiano con lágrimas y ovaciones. Con un toreo puro y entregado, y la misma raza con que conquistó a los españoles en 1991, César Rincón puso fin a su carrera en los ruedos, al menos en la Península Ibérica.
Con tres orejas en sus manos y a hombros de una afición que lo despidió con lágrimas y ovaciones, el torero colombiano salió por la puerta grande de la plaza de Barcelona, que se volcó con una figura del toreo que escribió una de las más importantes páginas de la tauromaquia.
La fiesta de los toros volvió a vivir en Barcelona su razón de ser. La fiesta del arte y el valor, la de los toreros cabales, como ese César Rincón que quiso decir adiós a las plazas españolas reverdeciendo su toreo recio y sabio.
Como un José Tomás al que nunca agradeceremos lo suficiente lo que ha supuesto su vuelta a los ruedos, y como un Serafín Marín que entró vía sustitución y salió, con Rincón, por esa puerta grande que ya le había visto pasar en dos anteriores comparecencias de la temporada.
A César, la Federación de Entidades Taurinas de Cataluña y la Embajada de Colombia le dieron una placa de reconocimiento antes de que saliese el primer toro. Dos horas y media después, se llevaba, a hombros de los costaleros, el reconocimiento de los allí congregados, que colmaron una Monumental que daba gozo ver, en representación de todos los públicos de España y Francia, que ya no le volverán a ver de luces en sus plazas.
Ya en su primero salió el colombiano a replicar un quite por chicuelinas de José Tomás, ajustándose tanto o más. El que sería el penúltimo toro de su carrera en Europa, se lo brindó a su hermano y mozo de espadas, Luis Carlos. Un abrazo y un beso fraternal fue el agradecimiento entre quienes lucharon y sufrieron juntos, en 25 años de correría por los ruedos.
La faena tuvo aplomo, técnica, madurez, arte y valor. Con un toro con escasas virtudes, César construyó una faena de torero cabal, en la que dictó su enésima lección de la teoría de las distancias.
No contento con ello, citó a recibir, enterró el estoque y se desató la locura.
Lírico, su cuarto toro se lo brindó al público. No era toro cómodo, le costaba seguir los engaños, pero Rincón lo metió en su sabia muleta, con técnica precisa hasta conseguir naturales sueltos de hondura superlativa. Se fue tras la espada como si en ello le fuera su carrera, y alcanzó un triunfo legítimo.
La otra noticia de la tarde fue que José Tomás salió de la plaza andando, no en volandas como es su costumbre.
El mal fario a espadas lo impidió, pero no pudo frenar el entusiasmo, mezcla de muchos sentimientos, con que lo hizo.
Ante el astifino quinto, unos faroles invertidos asombraron a todos. Estatuarios de inicio, naturales, redondos, un parón de hule sin inmutarse, cruces al pitón contrario y una muleta como para perpetuarla en bronce. Pases por alto, mentón hundido en el pecho y zapatillas clavadas en la arena antes de que otra vez la espada se le cruzase en el camino a José Tomás.
Serafín Marín, en tarde de gran compromiso, dio un paso al frente.
Consciente de la responsabilidad pero sin que ésta le afectase en la cara del toro, el de Montcada, que ya había estado dispuesto, solvente y con valor con el tercero, al que incluso ligó dos circulares invertidos con cambio de mano y en el que se templó pese a la tendencia del "cuvillo" a vencerse por el derecho, tuvo la recompensa en el que cerraba plaza, algo bruscote, sin clase, pero con el que, después de brindar a Rincón, supo estar a la altura de semejante ofrecimiento.
Le porfió derechazos y, al natural, consiguió mayor acople, tragando miradas sin pestañear.
La estocada, entrando por derecho, en lo alto y de rápido efecto, fue su pasaporte para la salida en hombros acompañando a un maestro que dictó su última lección en suelo europeo.
César, José, Serafín, gracias por venir.
El dato clave
Rincón, de 42 años, llevó a cabo en Barcelona la última faena de su notable carrera en Europa, antes de salir de gira durante los próximos meses en América Latina y retirarse definitivamente en 2008.

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