lunes, 16 de junio de 2008

'María Lionza. La diosa de los ojos de agua' fotografias de cristina garcia rodero....





LA FOTÓGRAFA EXPONE EN MADRID

Cristina García Rodero, en trance

MADRID.- Por mucho premio que caiga en sus manos y mucho reconocimiento que tenga —es la primera española que ha entrado en la mítica agencia Magnum— a Cristina García Rodero no hay quien la cambie. Lo reconoce ella misma, entre risas, en la presentación oficial de su exposición 'María Lionza, la diosa de los ojos de agua'. "Que muchas gracias por haber venido", repite una y otra vez esta fotógrafa de Puertollano que ha hecho de las costumbres y los rituales su objeto de deseo (en el mejor de los sentidos).

En esta ocasión, la exposición, que se puede ver desde hoy en la sala Alcalá 31 de Madrid, viaja desde Venezuela. Más de 100 imágenes que giran en torno a María Lionza, un mítico personaje cuyo culto se remonta a la época previa a la llegada de los españoles a este territorio, allá por el siglo XV. "Han sido 10 años de trabajo y esta muestra de PHotoEspaña me ha obligado a ponerle un punto y final".

De la montaña de Sorte, donde se encuentra este auténtico complejo religioso, se ha traído imágenes impactantes. "Hay una de una maestra que se estaba dejando morir por la traición de su marido a la que su familia, desesperada, trajo hasta aquí para ayudarla a salir adelante". De las costumbres, ella vuelve a sacar a la luz una cultura oculta.

Empezó primero con su 'España Oculta', ese repaso magistral por las tradiciones de nuestro país; después se entregaría a los rituales mediterráneos y, tras ellos, vino su particular visión del Caribe. Y, al tiempo que realizaba su trabajo en Haití, llegó a sus oídos la leyenda de María Lionza. En agosto de 1998 realizó su primer viaje a la provincia venezolana de Yaracuy. "Me atrapó desde el principio".

Tanto la cautivó que incluso surgió el milagro de que esta fotógrafa de la vieja escuela se olvidara de los rollos para pasarse al sistema digital. "Lo cierto es que por la noche se celebraban muchos rituales y el digital facilitaba mucho el trabajo", reconoce con una sonrisa. Se rindió a la tecnología hace tres años. "En la exposición hay poco trabajo en color. El digital entró tarde en mi vida".

De cada foto que comenta recuerda los detalles que se esconden detrás. "Este niño estaba enfermo y su madre lo llevó hasta allí para pedir por él", "esto es un ritual que hacen las parejas para solucionar sus problemas", "a este hombre que le ponen el cuchillo en el cuello tratan de hacerle expulsar lo negativo de dentro", "éste es un chamán que ha entrado en trance"... En abril hizo la última visita y, en otoño, quiere volver para mostrar a la gente su trabajo. "Los venezolanos me han dado mucho; yo sólo les puedo ofrecer mis fotos".

Octubre, coincidiendo con la celebración del día 12, y Semana Santa son las épocas en las que más ha viajado a la montaña de Sorte. "Es cuando van más fieles". La mayoría de las fotografías que componen la muestra son inéditas. "Éste es un culto único".

Lo dice desde la cercanía que da el respeto, aunque muchas veces no se comparta la creencia. "Es complicado involucrarte cuando no crees en el espiritismo". A lo largo de su vida se ha cruzado con muchas tradiciones y siempre ha tratado de aprender de aquello que veía tras la cámara. "En esta ocasión, he tratado de mostrar el poder de la fe".

Lleva más de 30 años detrás de la cámara -estar delante lo lleva algo peor- y siempre con la misma idea en la cabeza: "El ser humano, sus raíces y su cultura". Trabaja a largo plazo — "soy muy pesada", bromea—, y no se cansa de aprender cosas nuevas. Con 11 años hizo su primera foto, con 16 se compró una cámara. Desde entonces, su historia son sus fotos.

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