Todo empezó como una broma. En un bar de Austin (Tejas), coincidiendo con la celebración del festival de cine independiente South by Southwest, un técnico de sonido bautizó al grupo como movimiento mumblecore (estilo farfullante). Han pasado más de tres años, y el término no sólo ha perdurado como etiqueta para este conjunto de realizadores estadounidenses en torno a la treintena, sino que se ha impuesto a otros calificativos acuñados por la crítica como "cineastas de cabecera", "slackavettes" (que sería algo así como "John Cassavetes en clave ligera") o "generación háztelo tú mismo".
Más que una actitud, es un movimiento estético
Sus historias versan sobre veinteañeros obsesionados con el salto a la madurez
En cualquier caso, este puñado de jóvenes cineastas que rueda con escuálidos presupuestos y que apenas cuenta con distribución comercial ha logrado atraer la atención de los medios estadounidenses. Todo desde que Andrew Bujalski, el más laureado de todos ellos, mencionase el término mumblecore en una entrevista. Poco importó que tanto él como el resto de directores estuvieran en desacuerdo con el término; la etiqueta enmarcó a la primera generación independiente surgida en las dos últimas décadas al margen del festival de Sundance.
Y pese a que efectivamente el mumblecore puede calificarse más como una actitud que como un movimiento estético, es innegable que las películas de Andrew Bujalski, Joe Swanberg, Aaron Katz o los hermanos Duplass comparten algunos elementos: los ínfimos presupuestos (la mayoría rueda en vídeo digital), economía narrativa y argumentos centrados en protagonistas veinteañeros enfrentados a los dilemas que plantea la madurez. El otro vaso comunicante es su gusto por los diálogos naturalistas, cargados de muletillas y declamados de forma atropellada (de ahí lo de mumble, farfullar en inglés). "Prácticamente todo lo que dicen los actores se improvisa al momento. Nunca escribo los diálogos, aunque tenga pensado el desarrollo de las secuencias y de la trama", explica el prolífico Joe Swanberg, que desde su llamativa y sexualmente explícita ópera prima Kissing on the mouth (2005) ha dirigido otros tres largometrajes.
Por su parte, el proceso de Jay y Mark Duplass a la hora de dirigir parece ser el mismo que cuando empezaron a rodar películas caseras con la videocámara que su padre les regaló en 1982. "Aunque trabajamos con un guión y una estructura cerrada, dejamos que los actores improvisen cuanto quieran, que jueguen dentro del marco de su personaje lo que les apetezca", asegura Mark, el mayor de los Duplass. "En realidad, es difícil establecer qué porcentaje del texto viene de la pura intuición de mis actores. Lo que sé es que si me interesara tener un control total sobre el guión y la película, me haría novelista", aclara Andrew Bujalski, cuyo filme Mutual appreciation (como el resto, aún sin distribución en España) fue calificado por The New York Times como uno de los títulos imprescindibles de 2006.
A este grupo tan heterogéneo le cohesiona Internet. No sólo porque MySpace les sirva para promocionarse o como herramienta para mantener el contacto y compartir experiencias profesionales. Su estilo amateur converge con el voyeurismo propio de la era YouTube y muchos de ellos se sirven además de la Red para distribuir sus obras, como es el caso de Joe Swanberg o Michael Tully, que han firmado series como Young american bodies o Butterknife para su visionado exclusivo en el ordenador. "El mercado audiovisual ha sufrido una profunda transformación por Internet. Es al espectador al que le está llevando más tiempo adaptarse a las nuevas maneras", dice Swanberg, quien, al igual que sus compañeros de generación, no descarta dirigir películas en Hollywood. "Aun así, pienso seguir haciendo cosas para Internet, y quizá acabe siendo mi único terreno".
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