Foto: Diana Sánchez
Bruno Bruneau y Gerard Munieh son dos galeristas que van en busca de nuevos talentos fotográficos.Dos franceses, hartos del mundo de las finanzas y de la publicidad en París, tomaron un avión con rumbo a Latinoamérica. Pusieron un dedo en el mapa y Buenos Aires fue el destino marcado por el azar. Bruno Bruneau y Gerard Munieh habían vendido apartamentos y carros y tenían en su haber únicamente una considerable colección de arte, que delataba una cierta debilidad por la fotografía. En Buenos Aires, donde el arte pulula, no tardaron en sorprenderse con las fotografías de Alejandro Chaskielberg y Alejandro Lipszyc, y fue asistiendo a la apertura de una galería que se les reveló su nuevo destino: recorrerían el “nuevo mundo” en busca de talentos desconocidos en Europa.
“Nos dimos cuenta de que en Francia era muy conocido el fotoperiodismo latinoamericano, una reportería gráfica muy real que generalmente daba cuenta de las guerras y los conflictos políticos, pero poco o nada se conocía de universo mágico, onírico y kitsch que muchos latinoamericanos estaban retratando en sus cámaras”, confiesa Bruno.
Hicieron contactos con museos, galerías, y lo más importante, hicieron una sesuda búsqueda en la web. En el sitio de internet Flickr, en donde fotógrafos jóvenes de nacionalidades diversas celebran sus conquistas visuales, este par de franceses, antojados con el arte de estas latitudes, hicieron un filtro y descubrieron verdaderos tesoros.
Seleccionaron a algo más de 15 artistas, los asistieron en sus proceso creativos y cuando 2009 apenas arrancaba, inauguraron una exposición en París, en donde un corto baile de tango animó los impulsos de los compradores, que se llevaron 20 de las fotografías de jóvenes talentos australes que se exponían a dos cuadras de La Bastilla.
Luego del éxito de su apuesta decidieron ir más hacia el norte del continente para descubrir lo que la lente escondía de países como Perú y Colombia, que según ellos, “viven una gran emergencia de talentos frescos y vibrantes”.
Con la suerte de llegar a la fría Bogotá justo cuando se celebraba Fotográfica Bogotá, la bienal internacional de fotografía, este par de franceses, aún con la lengua enredada por los tiempos verbales del español, no tuvieron más que darse a la tarea de caminar la ciudad con libreta en mano para anotar los nombres de esos nuevos talentos que estarían en la exposición que planean para noviembre de 2010 en París.
A los nombres de Camilo Barreto, Andrés Sierra, Jaime Ardila, Carlos Montana, que habían obtenido en sus travesías urbanas, se les fueron sumando algunos otros que descubrieron a través de las redes virtuales y de clubes de fotografías como el de la Alianza Francesa o el de Medellín. “Nos sentimos como asistiendo a una especie de Movida Madrileña, aquí en Bogotá. Colombia retrata en sus fotografías exuberantes, coloridas, extrañas, esa libertad que se vivió en Madrid cuando Franco murió y las galerías se llenaron de fotos de travestis y transformistas”, asegura por su parte Gerard.
Encontraron en esos fotógrafos que apadrinaron y cuyo trabajo van a consignar pronto en un catálogo, un mundo propio, un realismo mágico viviente e incluso una poética de la guerra. Compraron por lo pronto un apartamento en Chapinero Alto para esperar que a finales de este año el talento fotográfico colombiano por fin conquiste una de las mecas del arte.
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Angélica Gallón Salazar | EL ESPECTADOR
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