martes, 16 de septiembre de 2008

Se subasta butaca del siglo XIX


El centenario teatro Lara es desmantelado por su nuevos dueños

BEATRIZ PORTINARI - Madrid

¿Y si un día pasa por delante del teatro Lara y escucha las palabras: "Butaca por 1.000 euros a la una, a las dos... ¡adjudicado!"? ¿Y si tiene dinero y le apetece comprar un asiento en cuero del siglo XIX, donde quizás se haya sentado algún ilustre madrileño de la época? La Asociación de Amigos de los Teatros de España (AMITE) acaba de presentar ante la Dirección de Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento, un escrito donde se reclama la "suspensión inmediata" de la subasta de butacas del Lara que los arrendatarios del teatro querían celebrar el próximo 24 de noviembre con la actriz Aitana Sánchez-Gijón como madrina.

"Pueden ser restauradas. No hay motivo para deshacerse de ellas"

"Estas piezas están ahí desde 1880 y no se pueden vender ni subastar porque son un bien cultural inventariado y por ley están obligados a proteger tanto el edificio como sus muebles", denuncia Emilio Valero, miembro de la junta directiva de AMITE. La Comunidad de Madrid, asegura en cambio, que "este edificio sólo está protegido por tener 100 años, pero no está inventariado". Sus técnicos, no obstante, estudiaban ayer el asunto.

El director del Museo Nacional del Teatro, Andrés Peláez, considera "sangrante" la posible venta de los asientos: "La peculiaridad de esas butacas hace impensable su subasta. Sabemos que pueden ser restauradas, no hay motivo para deshacerse de ellas. En el mítico teatro El Globo de Londres, por ejemplo, se propuso la idea de mecenazgo y los ladrillos del suelo que rodean el edificio tienen una placa con el nombre de quién pagó para que se mantuvieran", añade.

El teatro Lara es conocido desde el siglo XIX como La Bombonera, ya que la ordenación de las sillas y su tapicería en cuero marrón recordaban a una caja de bombones vista desde el escenario. Sin embargo, pasado el tiempo, ni es ignífuga (y por tanto incumple las normativas de seguridad), ni tiene un resorte que recoja el asiento automáticamente, como se requiere en este tipo de recintos. ¿Qué hacer entonces para restaurar las 400 butacas de marras y no arruinarse en el intento? Los arrendatarios explican que no han descartado ninguna opción para financiar la restauración del teatro y que si Patrimonio impide la subasta, buscarán otra forma de recuperar el patio de butacas. "Nosotros no queremos malvender el teatro, sino restaurarlo. Incluso habíamos pensado en un principio ofrecer a la gente que amadrinase las sillas, pagando una cantidad y poniendo su nombre en una chapa, idea que no hemos descartado", explicaba ayer Carles Roca, uno de los arrendatarios del teatro.

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