martes, 4 de diciembre de 2007

Cochinadas del pasado, arte del presente...




(PD).- Las bibliotecas francesas tienen un departamento, estante o habitación que también recibe el nombre de "infierno". Allí guardan los libros o estampas eróticas. O pornográficas. Sencillamente, secretas.
La Biblioteca Nacional de Francia (BNF) abre por vez primera las puertas de su "infierno" y expone al público libros y grabados "contrarios a las buenas costumbres", guardados en secreto desde hace 150 años.
Prohibida excepcionalmente a los menores de 16 años, la exposición "El infierno de la Biblioteca, Eros en secreto", abierta al público del 4 de diciembre al 2 de marzo próximo, permite recorrer la historia de ese "infierno" lleno de manuscritos de Sade, Apollinaire y muchos otros grandes escritores, de estampas obscenas y de fotos pornográficas.

"El infierno" es un lugar imaginario, una clasificación creada en 1844 en la que se incluían las obras "licenciosas" o decididamente salaces.
Las primeras obras datan del siglo XVI, pero es el XVIII, siglo del libertinaje, el que aporta más a la colección. En la época, se celebraban los placeres alegres y los escritos livianos, y las imágenes de relaciones múltiples y de falos sobredimensionados circulaban clandestinamente.
Sade, para quien el placer es indisociable del sufrimiento, cambió ese espíritu de liviandad. La exposición presenta manuscritos y ediciones originales de sus libros: "La filosofía en el tocador" o "Los infortunios de la virtud".
Con la Revolución de 1789 se abrió una época de panfletos salaces al servicio de la política. La reina María Antonieta fue acusada de acostarse con todo el mundo, y los curas en celo excitaban la imaginación popular.

La colección se fue enriqueciendo con las "cosechas" de las incautaciones policiales en las casas particulares o imprentas. Hasta tal punto que, en 1844, la Biblioteca Real decidió agrupar todas esas obras con una misma clasificación, cuya consulta era rigurosamente controlada.
Entre otras curiosidades, la BNF presenta hoy varias guías prácticas de la época, entre ellas el "Almanaque de direcciones de señoritas de París", que incluye sus tarifas y sus especialidades (1791).
En el siglo XIX, "Las flores del mal" de Charles Baudelaire (1857), cuya publicación provoca un enorme escándalo, así como textos de Feydeau, Mérimée y Verlaine entraron en "el infierno", donde se codeaban con las primeras fotos pornográficas que, dado el tiempo de exposición fotográfica de la época, aparecen hoy como una verdadera hazaña.
Guillaume Apollinaire inaugura la parte reservada al siglo XX con "Las 11.000 vergas" (1907). En la época circulaban ediciones clandestinas de Sade, y los surrealistas agregaron algunas páginas a la colección, entre ellas "El coño de Irene" (1928) de Aragon.
Pierre Mac Orlan, Georges Bataille, Pierre Lous, de quien se descubrieron después de su muerte en 1925 "textos eróticos de increíble violencia", entraron a su vez en "el infierno" hasta mediados del siglo XX.
El resultado fue que la clasificación infernal, durante mucho tiempo sinónimo de relegación, pasó a ser poco a poco una forma de consagración literaria.
"Eros en secreto" invita a visitar esa literatura erótica y libertina, y presenta junto a ella colecciones de fotos, estampas, "transparencias obscenas" y escenas de sexo de todo tipo.
En 1968, cuando la BNF quiso celebrar el 50 aniversario de la muerte de Apollinaire, muchos de sus manucristos estaban todavía "en el infierno" y dificilmente podían ser expuestos. Se los sacó entonces de la clasificación, pero "el infierno" volvió a ser cerrado un año más tarde.

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