domingo, 3 de agosto de 2008

Las nuevas mafias del exilio cubano


La detención de dos contrabandistas en Miami confirma la realidad del secuestro, la extorsión y el asesinato en el tráfico de personas

JUAN-JOSÉ FERNÁNDEZ

Tal vez el insulto más repetido históricamente desde la Cuba revolucionaria es el que califica al exilio del otro lado del estrecho de la Florida como la mafia de Miami. Pero los mafiosos se fueron de Cuba de la mano de Fulgencio Batista en 1959 y delincuentes hubo, hay y habrá en todas partes.

En el caso cubano actual son todos los que fomentan y se aprovechan de la miseria, el dolor y el desarraigo. Dentro y fuera del país. La nueva gran mafia es nacional, no tiene sonoros nombres y apellidos italianos como aquellos Lucky Luciano, Santo Trafficante o Amleto Battisti de hace medio siglo, sino los habituales cubanos de origen español. Han cambiado los casinos por el tráfico humano, son los transportistas de la necesidad sentimental y económica, cuyo refinamiento criminal linda ya abiertamente con el narcotráfico, el secuestro y el asesinato. Es otro más de los muchos lados oscuros de la tragedia cubana. Las penas, que eran hasta ahora de varios años de cárcel en Estados Unidos por el contrabando pueden llegar hasta la cadena perpetua por el muy castigado delito de secuestro.

A sólo cinco meses de cumplirse los 50 años de la Revolución cubana, los que han perdido siempre han sido tantas familias separadas, tanta gente huyendo de su país en busca de libertad política o económica. Han sufrido las trabas gubernamentales y muchos, hartos de esperar por los cauces legales, torpedeados tantas veces por los intereses cruzados y la burocracia de Cuba y EE UU, han inventado cualquier sistema para buscar una nueva vida. El último peaje que deben pagar entre tanta ruindad, pero también el primero que provocan, es el tráfico humano.

No es nuevo, porque se inició desde los primeros días revolucionarios, pero desde aquellos viajes en barcos de amigos y familiares la última variante ha llegado a los peores límites. Lo que era ya un secreto a voces, porque nunca se trató de cruceros de placer, ha saltado a la luz con pruebas elocuentes por primera vez en los tribunales de Miami.

Niovel Chirino, de 33 años, y Lázaro Martínez, de 21, no sólo han sido acusados de tráfico humano como otros contrabandistas anteriores, sino también de secuestro, extorsión y amenazas de muerte para presionar a las familias de los transportados. La fiscalía del sur de Florida los acusa de usar como rehenes a ocho personas y de amenazar de muerte a una de ellas, la única mujer del grupo, así como de decirles a otros dos que los iban a devolver a Cuba o entregarlos a piratas que se desharían de ellos en el Golfo de México.

Aunque en principio el juez fijó unas fianzas de 500.000 dólares para Niovel y de 30.000 para Lázaro, ambas quedaron sin efecto cuando se comprobaron las amenazas de muerte.

Saul Scott, abogado de Niovel, ha declarado que la acusación de secuestro es una exageración y que no había visto nunca nada parecido en su carrera. "De enfrentar tres años de cárcel a cadena perpetua hay una pequeña diferencia", dijo. El juicio está previsto que comience a primeros de septiembre. Será el primero, pero no parece que el último.

Los contrabandistas fueron descubiertos porque uno de los secuestrados era primo de un agente federal. Según los documentos de la fiscalía, el pasado 15 de junio un empleado del aeropuerto de Miami recibió una llamada de una persona diciendo que su primo había entrado en EE UU con otras siete personas, pero que necesitaba 10.000 dólares para pagar el viaje, la cantidad mínima que cuestan los billetes para salir de Cuba. El empleado lo denunció al Departamento de Inmigración y Aduanas e hizo de intermediario. Contactó con Niovel, que le admitió estar reteniendo a los cubanos. Agentes encubiertos concertaron una cita en el estacionamiento de un Wal Mart (gran superficie) al noroeste de Miami y allí detuvieron a los contrabandistas y liberaron a los rehenes, que estaban en una furgoneta.

Situaciones así sólo parecían cosa de espaldas mojadas, pero las transacciones cubanas se han viciado al máximo. Lejos quedan los pagos del billete al final de los trayectos únicamente si tenían éxito o, como mucho, la mitad por adelantado. Sólo se mantienen las conexiones. En Miami y en Cuba. En cualquier lugar de reunión de cubanos exiliados basta comentar que se tiene interés en sacar a alguien de la isla para que alguien se acerque y empiece la negociación.

Y en Cuba, por ejemplo, se puede llamar al señor Soto, alias Rollete. Arturo Cobo, fundador del Hogar del Tránsito, un histórico de acogidas del exilio, dio el teléfono de Rollete por televisión en Miami. Días después, en otro programa del canal 41 se confirmó que era un contacto. Rodolfo Frómeta, un ex preso en Cuba y después en EE UU por intentar comprar un bazoka para dispararle a Fidel Castro, llamó a Cuba y habló con él fingiendo una historia. Frómeta, aún hoy, es de los que aboga por una "solución armada" para acabar con el castrismo... Los caminos del exilio cubano son infinitos.

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