jueves, 10 de julio de 2008

La niña que pintaba como Pollock


El documental Marla, un prodigio del arte narra el dramático periplo de una artista de cuatro años. Su historia dio la vuelta al mundo y escenifica también una comedia bufa sobre el arte

Afinales de 2003, Marla Omstead vendió su primer cuadro por 250 dólares en una exposición que le organizó un pequeño café en Binghamton, el pequeño pueblo del Estado de Nueva York donde nació. En octubre de 2004 estaba vendiendo sus trabajos a un promedio de 15.000 dólares, con listas de espera de hasta 70 coleccionistas de todo el mundo, y a inicios del año siguiente no consiguió vender ninguno. Los datos indican el vertiginoso ascenso y precipitada caída de una artista en el competitivo mundo del arte moderno, pero el verdadero dato importante de la historia es que la cotizada pintora tenía entonces cuatro años. Su historia, a la postre espeluznante, fue recogida en Marla, un prodigio del arte, documental del joven realizador Amir Bar-Lev que debía haber sido el registro de las vivencias de una niña prodigio y en el camino se convirtió en una comedia bufa sobre el sospechoso valor del arte moderno, sobre lo nefasto que puede ser el circo mediático y, sobre todo, en el testimonio de cómo se derrumba una familia completa cuando entra al tentador juego de la fama y el dinero fácil. El documental generó serios debates en los festivales de Toronto y Sundance, donde llegó triunfal.

El galerista Anthony Brunelli fue el que colocó los cuadros de la "pequeña Jackson Pollock" en las rutas adecuadas del mercado y el detonante, un artículo de la periodista Elizabeth Cohen para el pequeño periódico Press & Sun Bulletin que, en apenas una semana, encontró su eco y resonancia nacional en las páginas de The New York Times. De ahí, a todo el mundo. Cuando el reputado programa de gran audiencia 60 minutos de la CBS pidió colocar cámaras para grabar el proceso de la niña pintando uno de sus pollocks como parte del reportaje que preparaban, los Omstead pensaron que se trataba de otro programa para exaltar las dotes geniales de su pequeña picasso. Se emitió el 23 de febrero de 2005, a dos semanas de la inauguración de una importante exposición de Marla en la galería Stuart, de Los Ángeles, pero lejos de la complacencia, se dedicaba a demostrar que lo de Marla era una farsa, contando principalmente con el testimonio de Ellen Winner, una psicóloga experta en niños superdotados, que aseguraba que la niña no pudo pintar esas obras sin ayuda, comparando las debilidades pictóricas del cuadro hecho ante las cámaras y las maravillas que hacía cuando no era grabada. Las acusaciones de que su padre, un pintor aficionado que trabajaba en el turno nocturno de una fábrica de patatas, era el verdadero autor, fueron el gran titular del día siguiente. Todo se derrumbó y las ventas se paralizaron. Los padres lucharon por desmentir al programa, contraatacando con otro vídeo sin cortes de Marla pintando un nuevo cuadro. Pero ya no tenían credibilidad y en Internet no dejaban de lloverles mensajes tan pintorescos como "reservad parte del dinero para la terapia que necesitará vuestra hija, monstruos" o "encontraréis vuestro huequecillo en el infierno". Bar-Lev, que no parecía preparado para el giro que daba su documental, también duda y emprende su propia cruzada para que le demuestren que Marla no es un fraude y hace una grabación de la niña en su proceso (en el que la pequeña le dice al padre en un par de oportunidades: "Pinta, que ahora te toca a ti") y encuentra que el resultado es inferior a los que no han sido grabados, cerrando su película con una última y demoledora entrevista en la que la madre se derrumba. Como documental, Marla, un prodigio del arte, es irregular, especialmente porque Bar-Lev termina cobrando un excesivo e innecesario protagonismo, pero en realidad lo importante de la historia es su terrible moraleja, su lectura de fondo sobre el poder de los medios, la fragilidad del valor del arte moderno y, como dicen en el mismo documental, la constatación de "la borrosa frontera que hay entre un prodigio y un bicho raro". Y es que, al final, Marla no era más que una niña normal a la que le gustaba pintar.

Marla, un prodigio del arte ha sido editado por Sony. Contenidos adicionales: un coloquio en el estreno en el Festival Sundance y escenas eliminadas.

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