lunes, 16 de noviembre de 2009

Gervasio Sánchez fotografo premiado con el premio Ortega y Gasset en España... 2008

Gervasio Sánchez. Reportero gráfico en conflictos bélicos.
Discurso pronunciado por Gervasio Sánchez, uno de los mejores reporteros gráficos de guerra del mundo, al recoger el Premio Ortega y Gasset que otorga el diario El País, ante todos los medios de comunicación, la vicepresidenta del gobierno, varios ministros, el presidente del Senado, la presidenta de la Comunidad de Madrid y el alcalde.
Mawj al Obaidi, una niña iraquí, herida durante un bombardeo estadounidense. Bagdad (Irak), marzo 2004.

Diez años de guerra en Sierra Leona
Una guerra civil con 50.000 muertos
Un golpe seco de machete cercenó la minúscula de mano de Marie Koroma cuando tenía tres meses. Con dos años mama del pecho de su madre (en la imagen).- GERVASIO SÁNCHEZ – 30-05-2008
Sokheurm Man con su padre, enero de 1996. Gervasio Sánchez.
Sofia Elface Fumo, febrero de 1997. Gervasio Sánchez.
Sofia Elface Fumo con su hijo Leonaldo, febrero de 2002.
Sofia Elface Fumo con sus dos hijos, marzo de 2007.

El bosnio Adis Smajic, dos días después de su accidente en 1996

Y durante su proceso de recuperación entre 1996 y 2007, en las imágenes de la derecha.-

Gervasio Sánchez – 25-11-2007

Adis Smajic con su novia, julio de 2007

Las minas antipersona cercenan la vida de 15.000 personas cada año.

Gervasio Sánchez

Tengo amigos que dicen que lo más difícil no es cubrir una guerra sino regresar y sentir la incomprensión de los despachos. Esto es muy duro.

Con lo fácil que es acercarte a una persona y acariciarle la mejilla, con lo fácil que es gestionar el cariño y lo difícil que es para algunas personas…

Diez años de guerra en Sierra Leona
Mutilación

La brutalidad del conflicto quedó impresa en la carne de cientos de víctimas. La mutilación es uno de los tres aspectos en los que se estructura el recorrido visual de Sánchez (Premio Ortega y Gasset 2008 de periodismo) por el conflicto del país africano. En la imagen, el joven Silvester Moseray, muestra la cicatriz de un golpe de machete en el rostro.- GERVASIO SÁNCHEZ – 30-05-2008

La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) le nombró durante la celebración del 50 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en diciembre de 1998, «Enviado Especial de la UNESCO por la Paz» por «el extraordinario testimonio que ofrece
mediante la fotografía del calvario que padecen las víctimas de las minas antipersonas y por su infatigable promoción de una cultura de la paz al sensibilizar a la opinión pública mundial sobre la necesidad de proscribir estas armas y de ayudar a los mutilados a reinsertarse en la vida cotidiana».

Ni el propio diario El País, ni absolutamente ningún otro medio de comunicación ha tenido todavía los cojones suficientes para publicar este discurso.

Ninguno.

Ninguno.

“Me avergüenzo de mis representantes políticos”

Estimados miembros del jurado, señoras y señores:

Es para mí un gran honor recibir el Premio Ortega y Gasset de Fotografía convocado por El País, diario donde publiqué mis fotos iniciáticas de América Latina en la década de los ochenta y mis mejores trabajos realizados en diferentes conflictos del mundo durante la década de los noventa, muy especialmente las fotografías que tomé durante el cerco de Sarajevo.

Quiero dar las gracias a los responsables de Heraldo de Aragón, del Magazine de La Vanguardia y la Cadena Ser por respetar siempre mi trabajo como periodista y permitir que los protagonistas de mis historias, tantas veces seres humanos extraviados en los desaguaderos de la historia, tengan

un espacio donde llorar y gritar.

No quiero olvidar a las organizaciones humanitarias Intermon Oxfam, Manos Unidas y Médicos Sin Fronteras, la compañía DKV SEGUROS y a mi editor Leopoldo Blume por apoyarme sin fisuras en los últimos doce años y permitir que el proyecto Vidas Minadas al que pertenece la fotografía premiada tenga vida propia y un largo recorrido que puede durar décadas.

Señoras y señores, aunque sólo tengo un hijo natural, Diego Sánchez, puedo decir que como Martín Luther King, el gran soñador afroamericano asesinado hace 40 años, también tengo otros cuatro hijos víctimas de las minas antipersonas: la mozambiqueña Sofia Elface Fumo, a la que ustedes han conocido junto a su hija Alia en la imagen premiada, que concentra todo el dolor de las víctimas, pero también la belleza de la vida y, sobre todo, la incansable lucha por la supervivencia y la dignidad de las víctimas, el camboyano Sokheurm Man, el bosnio Adis Smajic y la pequeña colombiana Mónica Paola Ojeda, que se quedó ciega tras ser víctima de una explosión a los ocho años.

Sí, son mis cuatro hijos adoptivos a los que he visto al borde de la muerte, he visto llorar, gritar de dolor, crecer, enamorarse, tener hijos, llegar a la universidad.

Les aseguro que no hay nada más bello en el mundo que ver a una víctima de la guerra perseguir la felicidad.

Es verdad que la guerra funde nuestras mentes y nos roba los sueños, como se dice en la película Cuentos de la luna pálida de Kenji Mizoguchi.

Es verdad que las armas que circulan por los campos de batalla suelen fabricarse en países desarrollados como el nuestro, que fue un gran exportador de minas en el pasado y que hoy dedica muy poco esfuerzo a la ayuda a las víctimas de la minas y al desminado.

Es verdad que todos los gobiernos españoles desde el inicio de la transición encabezados por los presidentes Adolfo Suarez, Leopoldo Calvo Sotelo, Felipe González, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero permitieron y permiten las ventas de armas españolas a países con conflictos internos o guerras abiertas.

Es verdad que en la anterior legislatura se ha duplicado la venta de armas españolas al mismo tiempo que el presidente incidía en su mensaje contra la guerra y que hoy fabriquemos cuatro tipos distintos de bombas de racimo cuyo comportamiento en el terreno es similar al de las minas antipersonas.

Es verdad que me siento escandalizado cada vez que me topo con armas españolas en los olvidados campos de batalla del tercer mundo y que me avergüenzo de mis representantes políticos.

Pero como Martin Luther King me quiero negar a creer que el banco de la justicia está en quiebra, y como él, yo también tengo un sueño:

que, por fin, un presidente de un gobierno español tenga las agallas suficientes para poner fin al silencioso mercadeo de armas que convierte a nuestro país, nos guste o no, en un exportador de la muerte.

1 comentario:

Coral dijo...

con todas las letras....CHAPO!!!
Cuanta verdad. Y como hay que vivir con esperanzas, sino no seriamos nada, esperemos que esto algun dia ocurra.