Ser Rico es malopor
Laureano Márquez
Yo por mí, viviría en un rancho ... ¡sabroooso!, sin agua potable,cargando mi latica desde la pata del cerro y subiendo en jeep, con midespacho bajo unas láminas de zinc bien calientes y piso e' tierra y alpargatas.Pero como me quieren matar, me veo obligado a protegerme, apermanecer en este repugnante palacio caminando sobre alfombras carísimas ydurmiendo en cuartos con aire acondicionado... Yo no sé cómo lo soporto. Bañocon cerámica, agua caliente y caras porcelanas. Es que si no me vomito cada vez que tomo una ducha esde vaina.Tengo que moverme en un carro como con 500 guardaespaldas,sacrificando el sueño de mi vida: andar en un volkswagen escarabajo escoñetado ysin frenos; pero, por culpa de los conspiradores, debo ir como me ven.¿Ustedes creen que a mí me gusta esta limosina blindada en la queuno puede estirar las piernas y hasta recostarse un ratico y hacer siesta,con neverita de agua fría para refrescarse después de un calurosocontacto con ustedes, mi pueblo,y botellitas de agua oxigenada Evian paralavarme las manos, no vaya a ser que el imperialismo haya contratado a algunaviejita para pegarme una magni-infección? Pues no, yo detesto esta vaina,pero debo andar así por seguridad.Cada vez que renuncio a un chicharrón con pelos, no pienso en elcolesterol malo, sino en qué sería de este pueblo si a mí me da un infarto,porque me imagino que sabrán que los chicharrones son una estrategia de laCIA para joder a nuestros pueblos.Qué más quisiera yo que poder llevar un Casio de pulsera plásticaen mi muñeca, de ésos cuyas pilas venden los buhoneros de El Silencio.Pero desde que comenzaron los intentos de magnicidio, me veo obligado a cargarun Vacheron Constantin cuya precisión me permite conocer la hora exacta de un posible atentado. Sumecanismo, sensible al pulso, ayuda a mis escoltas a saber, en ciertosmomentos de duda, si sigo vivo. Tiene una miniesfera en uno de los cuadrantesque me permite, además, conocer la hora exacta en Washington D.C., dondevive nuestro mayor enemigo, y una correa de cuero puro queevita alergias y envenenamientos vía epidermis.¿Ustedes creen que a mí me gustan estos paltós de alta costurafrancesa? ¿La verdad?: ¡me repugnan!... Lo que me dan es asco, esos trajes cuyalínea se mantiene en una caída impecable, el ajuste perfecto a los hombros,el talle ceñido que estiliza la figura y esa solapa gruesa y atacona. Dígamelas corbatas italianas de seda, suavecitas... ¡Qué ladilla, mano! Misueño es andar con pantalón de kaki y franelita blanca. Pero claro, desdeque quieren atentar contra mi vida, me veo obligado a llevar estos costosostrajes, porque es exigencia de la compañía que fabrica los chalecosantibalas, que me dijo: "con Monte Cristo se le va a notar". Eso es como lasyuntas de oro: "Coño, ¿no me pueden amarrar esa vaina con pabilo?, les digo yo".No, me dicen mis asesores de seguridad, porque esos y que son GPS paraconocer mi ubicación en caso de eventual secuestro.Dígame la comida. Eso sí es un verdadero sacrificio. A mí no haynada que me encante más que un plato de pasta con Ketchup y una Pepsi mojada encasabe y una arepa de aguacate a las dos de la mañana. Pero hubo quecontratar cocineros de máxima confianza y esos carajos no saben preparar nadade esa vaina, sino platos musiúes: que si salmón fumé, que si entrecot,que si escargots. Cómo añoro mis ensaladas con vinagre Corona y aceiteVatel, no esta vaina que lo que sabe es a aceituna y un acetto balsámico deMódena, para evitar posibles envenenamientos.Todos estos sufrimientos, y muchos otros que no quiero contar, sinoque prefiero que permanezcan en el olvido, con la humildad que me espropia, los hago por ustedes. Y yo cuido mi vida no por mí, que soy una pajaque arrastra el viento, ¿qué importo yo y el sacrificio que hago desoportar las incomodidades que he descrito?¡Nada!, absolutamente nada.Todos estos padecimientos los resisto estoicamente por ustedes, mipueblo, para que ustedes mantengan ese nivel de vida revolucionario que yo,tristemente, no puedo llevar.